La quinua (Chenopodium quinoa) es considerada un “pseudo cereal”. Si bien su grano se parece a otros cereales, en realidad pertenece a la familia de las quenopodiáceas, junto con la acelga, la remolacha o la espinaca. Cuenta con más de tres mil variedades y crece fundamentalmente en el altiplano andino. Su principal productor es Bolivia, seguido de Perú y Estados Unidos.
Las culturas ancestrales ofrendaban a sus dioses las plantaciones de quinua. El colonizador español desechó su consumo por razones religiosas o de conveniencia (un pueblo menos alimentado era más fácil de vencer) y la reemplazó por el trigo y la cebada. En pocas palabras: la colonización dejó de lado su inmenso soporte nutricional.
Grano de Oro
Desde el punto de vista del consumo humano es un cultivo rico en proteínas, fibras, minerales y aminoácidos, no contiene colesterol y es de fácil digestión. Otra de sus magníficas propiedades es que, al no contener gluten, su ingesta es muy recomendable para los enfermos celíacos y por supuesto para los que siguen una dieta vegetariana por su gran aporte de proteínas. Sin embargo, sus cualidades no se agotan allí, porque es una planta de la que se aprovecha todo: los tallos, el grano y las hojas, y a la que se le adjudican propiedades cicatrizantes, analgésicas y desinfectantes. Su cultivo es totalmente orgánico, por tanto no requiere de pesticidas o abonos químicos. La quinua también aporta su “granito” a la seguridad alimentaria.
Tantas cualidades no podían pasar desapercibidas hoy en día. La ciencia ha “descubierto” su poder alimenticio, curativo, terapéutico y cosmético. De hecho, un laboratorio francés inició los trámites para patentar el uso cosmético de la quinua ante la Oficina Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI). Así lo denunció Ángel Mujica, investigador peruano de la Universidad Nacional del Altiplano. Mujica, considerado uno de los científicos más importantes del mundo en cultivos andinos, ha estudiado las bondades de la quinua durante más de tres décadas, y describe así sus propiedades: “La quinua es uno de los granos de oro, porque constituye el alimento básico de la población, y esto debido a que este grano andino es uno de los alimentos más completos del reino vegetal.”
En Riesgo
Mujica advierte que el conocimiento ancestral del uso de este cultivo y sus variantes corre un enorme riesgo. Mujica explica: “Las culturas originarias de los Andes siempre lo han utilizado como cosmético. Y no solamente para quitar manchas de la cara sino también para evitar problemas de insolación y los efectos de los rayos ultravioletas, que son muy intensos en el altiplano peruano-boliviano.”


El investigador peruano alerta que si la empresa finalmente patenta el uso cosmético de la planta, los grandes perjudicados serán los cultivadores de la quinua porque tendrán que pagar regalías al laboratorio galo. Mujica precisa: “Todos los andinos estamos preocupados por la alimentación del pueblo. Aquí existe desnutrición, es más, hay un grave problema de desnutrición crónica, con índices muy severos. La quinua es el alimento básico de la población. Si esta compañía francesa llega a patentar, los campesinos que producen esa variedad tendrán que pagar a los dueños de la patente. Esto genera gran preocupación. Esas empresas sólo están interesadas en acumular dinero, no están viendo el bienestar de la humanidad y, sobre todo, de la población más humilde. Por esa razón, no consideramos adecuado ese tipo de patente.”
Víctima de la biopiratería
En todo caso, ésta no es la primera vez que se busca patentar la quinua. Dos agrónomos estadounidenses de la Universidad Estatal de Colorado recibieron la patente que les dio derecho de manera exclusiva sobre las plantas masculinas estériles de una variedad corriente de quinua, la “Apelawa” de Bolivia, y sobre su utilización para crear otras variedades de esa planta. Sin embargo, las protestas de los cultivadores bolivianos hizo que los dos científicos renunciaran a la patente cuatro años más tarde.
Desde tiempos ancestrales, las propiedades cosméticas de este tesoro de la naturaleza han sido transmitidas a través de la tradición oral, de generación en generación, por los quechuas y aymaras. En consecuencia, no se puede hablar de “descubrimiento” y corresponde dar la voz de alarma porque de lo contrario el “grano de los Andes” puede llegar a ser víctima de un nuevo caso de biopiratería.