Jóvenes mexicanos que viven en la basura
Hacen sonar la campaña y gritan “la basura”, esto con el fin de alertar a los vecinos para que saquen sus desperdicios. Son jóvenes mexicanos que viven de la basura, de revender o reciclar lo que otros tiran.
Un café con leche acompañado de un pan dulce a las cinco de la madrugada es el único alimento que los recolectores de basura del Bordo de Xochiaca ingieren antes de salir a llenar sus botes.
Comienzan su trayecto con el grito de “la basura” y la emblemática y sonora campana; señal para alertar a los vecinos de que saquen sus desperdicios. Los recolectores alzan la mirada a las ventanas, fijan sus ojos en las puertas donde recibirán una o varias bolsas de residuos, así como unas monedas que oscila entre los dos y los cinco pesos.
Ricardo Santos lleva tres años transitando con su triciclo, un bote y una escoba, así como grandes bolsas negras tipo industrial. Albañil de oficio, Santos ha encontrado en la recolección una forma de ganarse la vida y sostener a su familia.
Solo unos guantes un tanto ya gastados, son la única protección para evitar el contacto con los residuos orgánicos e inorgánicos. Ricardo se cuida, ninguno de los recolectores cuenta con un servicio médico.
Toneladas de basura
Las 86 mil 343 toneladas de basura que se generan diariamente en la Ciudad de México y sus alrededores, representan el tamaño de población y sus hábitos de consumo. El negocio y la manutención de miles de familias dedicadas a vivir de la basura, no ha sido contemplado de forma integral por las autoridades.
El emblemático Bordo de Xochiaca, perteneciente al municipio de Nezahualcóyotl en el Estado de México, albergó durante mucho tiempo a uno de los tiraderos con mayor capacidad; una enorme garganta que consumía los desperdicios almacenados en largas filas de camiones en espera a depositar la basura generada en las viviendas, edificios, parques, avenidas y calles. Las autoridades locales se dieron a la tarea de limpiarlo por el riesgo sanitario que afecta a las colonias colindantes y la contaminación de las aguas subterráneas en lo que fuera el Lago de Texcoco.
Nuevos tiraderos
Tras 26 años de operación, en diciembre de 2011 cerró oficialmente el Bordo de Xochiaca, el cual en 2003, comprendía unas 375 hectáreas y 17 metros de altura, con aproximadamente 72 millones de toneladas de desperdicio. En ese año se declaró saturado. De forma paulatina la basura fue trasladada a dos nuevos tiraderos, a los que actualmente se les conocen como Neza II y Neza III en el mismo municipio de Nezahualcoyotl.
Los nuevos depósitos están a la espera de miles de manos que hurgan y separan los residuos que pueden ser vendidos o reciclados.
En esta zona existen un promedio de 1.600 recolectores. Muchos de ellos integran familias que ven en esta actividad su único ingreso económico. Platican con recelo por el miedo de las reprimendas de sus líderes que manejan a su antojo las zonas y el permiso a trabajar.
Capacidad máxima
A las nueve de la mañana, Ricardo Santos montado en su triciclo, se dirige a la primera descarga, ya que los botes han llegado a su capacidad máxima. Camiones estacionados en la calle Plaza Tlaxcoaque en Nezahualcoyotl, le piden $180 pesos para poder vaciar sus botes.
Los recolectores juntan cartón, papel, latas y otro tipo de residuos, para ser vendidos y reciclados. Entre las propinas y la recolección es como van juntando para obtener un suma de $250 a $300 pesos al finalizar el día, no siempre es el mismo ingreso, puede ser inferior o rebasar por mínimo esta cantidad. “Hay personas que dejan juntar (en sus casas) muchas bolsas y te llegan a dar unos $10 pesos, pero son las menos”, comenta Ricardo con una tímida alegría.
Espera encontrar algo útil
Aún no existe la cultura de separar la basura; orgánica e inorgánica conviven en la misma bolsa, selladas con un nudo muchas veces complicado de resolver, por lo que desgarran la bolsa para no perder tiempo, con la misma expectación como quien apurado al abrir un regalo, espera encontrar algo útil, algo que pudiera servir ya sea para uso personal o para vender.
Varios recolectores expresan su descontento e inconformidad y en voz baja, muy cerca de mi oído, comentan: “Mira, ves ese señor del camión, es el sobrino de un líder, él tiene unos diez camiones, imagínate de a $180 y somos como unos 15 que descargamos ahí, dos o tres veces al día, échale lápiz”, y sí, son más de 80 mil pesos diarios.
“Pero si nos quejamos, no nos dejan trabajar y las autoridades reciben su mochada”, dice “el Winnie”, un muchacho originario de Toluca, Estado De México. Con apenas dieciocho años, acarrea con una pala la basura para echarla al camión.
La Secretaria de Salud Mexiquense elabora cada semana un boletín epidemiológico para detectar los casos de enfermedades entre los pobladores de la zona poniente, de las cuales las más comunes son hepatitis, gastroenteritis, parasitosis, dermatitis y conjuntivitis.
Un aire pestilente domina los tiraderos Neza II y Neza III a todas horas. El paisaje se completa con la fauna nociva, animales de carroña como los zopilotes que parecieran custodiar estos tiraderos a cielo abierto.