Pueblos más corteses y hospitalarios del mundo

Mucho se ha escuchado de Irán en los últimos tiempos: turbulencia política, despiadados juegos de poder, muertos en las calles de Teherán. No se debería olvidar que el país tiene también una rica cultura milenaria, una naturaleza avasallante, y uno de los pueblos más corteses y hospitalarios del mundo. Hugo Copes visitó Irán en las semanas previas a las elecciones.
“Palabra que retienes dentro de ti, es tu esclava; la que se te escapa, es tu ama.” (proverbio persa)
¡Kashan! ¡Kashan! Alguien me toca el hombro, y me saca de un sueño profundo. Estoy en un autobús nocturno, cruzando el centro de Irán, camino de regreso a Teherán. El tiempo se ha pasado volando. Decidí viajar a Kashan, para visitar las residencias de la nobleza de los viejos tiempos. Completamente aturdido, bajo del autobús, y de inmediato caigo presa de los taxistas. Pesadilla. Miro a mi alrededor, y veo al chico que estaba sentado al lado mío, con quien había intercambiado algunas palabras durante el viaje. Camina lentamente, a unos veinte metros, y de vez en cuando se da vuelta a ver qué está pasando. Me dirijo a él, y se ve que tengo cara de necesitar ayuda. You, my home? ¡Sí, por favor!
Termino así en algún suburbio de la ciudad, en un apartamento de estudiantes de medicina. Como ya se me ha hecho costumbre, soy recibido como si fuera un importante representante de algo. Orogoei? Ollandi? Svedia? No importa, vengo de lejos, y eso es lo interesante.
Los siguientes días serían de intensa actividad social. Chapurreando con la gente entre inglés y farsi, que ahora sí se me está viniendo con rapidez a la memoria. Estoy en Irán, el genuino Irán, supongo, o quizás el Irán de los estudiantes. Atrás quedó el café, las sillas y las camas.
Iran una rica cultura milenaria1

La profesora permanece muy relajada

Ir a visitar el jardín real. Almorzar en un restaurante que consiste de altas plataformas cubiertas de las famosas alfombras persas. El piso es de piedra, y está surcado por canaletas por las que corre fresca agua de un manantial, y que sirve de refrigeración. Comemos helado tradicional y kebab. Caminamos por la extensa plaza, bajo la sombra de enormes árboles. Familias están de picnic, grupos de chicas discuten algún libro que están leyendo, los chicos, en pares, están muy ocupados haciendo citas por sms con las chicas de sus deseos. Difícil encontrarse en público, en un país donde la segregación de los sexos están tan marcada. Hossein me invita a una lección de Psicología en su universidad.
En la clase, las muchachas se sientan a la izquierda, los chicos a la derecha. La zona límite es zona de conflicto, porque se ponen de inmediato a flirtear. La profesora, vestida con su chador, mira paciente e indulgentemente a sus alumnos. Interfiere cuando algún chico es presa de las feromonas y parece fuera de control. Le ordena que se siente en otro lado, entre las fuertes risotadas de sus compañeros de estudio. Siguen las risas, barullo, cuchicheos, demoran unos diez minutos en calmarse. La profesora permanece muy relajada, charla con algún alumno por encima del barullo. No comprendo muy bien cómo funciona esto. La gente llega tarde, otros salen, otros se paran a comentar algo.
Iran una rica cultura milenaria

Se me hace un nudo en la garganta

Finalmente, la profesora anuncia que va a hacer un test sorpresa. Griterío de protestas, igual que en mis épocas de liceo. El test se suspende y pasamos a la lección, que básicamente consiste en un largo dictado. Hago el máximo esfuerzo para no dormirme, pero fracaso en el intento. No sé qué pensará la profesora de mi ejemplo occidental. Una vez terminada la clase, Hossein me pregunta si quiero conocer a su novia. ¿Novia? Lo miro sorprendido. ¿Cómo se tiene una novia en este país? ¡Es más fácil hacer espiritismo y contactarse con el más allá!

Por supuesto que quiero conocerla.Vamos a la biblioteca, y hay una chica sentada sola leyendo. Clásica belleza iraní, y cuando la gente aquí es bonita, bueno, parece que el Creador no escatimó esfuerzos. Nos sentamos a la mesa y Hossein me presenta a Bahare. Un leve recline de cabeza, y los enormes ojos de almendra irradian inteligencia y amabilidad. Hablan en tono muy bajo, y de vez en cuando miran a ver si no viene alguien.

Luego, silencio. Los dos enamorados se limitan a mirarse, de una manera tan intensa e íntima que debo bajar la cabeza, porque me avergüenza ser espectador. En un momento, el chico le extiende la mano. Ella reacciona alarmada. ¡Están las controladoras en la otra habitación! El chico no retira la mano, y ella finalmente junta valor y extiende la suya, por un breve momento.
De repente, todo es inconmensurable mente trágico y romántico. Se me hace un nudo en la garganta, y paso el resto del tiempo esforzándome por controlar las lágrimas. La vida me resulta un enigma. En el medio de tanta cosa prohibida, soy testigo ocular de un amor intenso y puro, que sólo se manifiesta en el brillo de una mirada.

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