Evitar a los nazis. Ésta fue la tarea que se propuso la multinacional holandesa Unilever durante la Segunda Guerra Mundial. La empresa cuidaba bien de los trabajadores judíos despedidos, y protegía a otros de trabajos forzosos en Alemania. Aún así, el historiador Ben Wubs, que investigó el papel de Unilever durantela guerra, no quiere sacar conclusiones de si la compañía actuaba correcta o incorrectamente.
“Los periodistas plantean la interrogante de si Unilever fue buena o mala, y generalmente reciben la respuesta ya incluida” bromea Ben Wubs. “Sin embargo, un juicio de ese tipo sólo se puede hacer sobre managers o gerentes individuales, no sobre toda la multinacional.”
A Wubs se le suele preguntar también si Unilever fue buena o mala. La mayoría de las personas sabían la respuesta de antemano: Unilever seguramente tuvo una posición equívoca. Su libro fue escrito, entre otras cosas, con el fin de matizar esta imagen. La realidad es más complicada que estos dos extremos.
En la cúpula de la multinacional se encontraban explícitos opositores de los nazis, como Paul Rijkens, que en Londres trabajaba como asesor de la reina Guillermina. Sin embargo, también había claros simpatizantes de Hitler, como Frans Schicht en Berlín, quien se había afiliado al partido nazi, y quería que la empresa pasara a estar bajo control de los nazis.
Intentos de control fracasaron
Los intentos de Berlín para hacerse con el mando de la multinacional, como por ejemplo la instauración de un comisario estatal por encima del liderazgo de la empresa, terminaron en rotundos fracasos.
Esto se debió en parte a las contradicciones dentro de la gestión alemana, y al hecho que los alemanes no sabían a ciencia cierta qué hacer con Unilever. Se trataba por cierto de una empresa muy compleja. Wubs explica que antes que los nazis llegaran a comprender cómo funcionaba este grupo empresarial, las condiciones de la guerra habían dado un vuelco, y la incautación de Unilever ya no tenía relevancia.
Los contadores alemanes que debían descifrar la administración de la empresa para los nazis, terminaron dando poco resultado. Demoraron años en hacer su investigación, en parte debido a las generosas compensaciones que Unilever les brindaba por las declaraciones de costos, que ascendían a casi medio millón de florines. Unilever intentaba así prolongar la investigación lo más posible, para evitar caer en manos de los nazis.
Indemnización
A los managers judíos se los mantuvo el mayor tiempo posible en sus puestos, pero finalmente terminaron exiliándose en Inglaterra. En 1941, todas las personas con antecedentes judíos debían ser despedidas, por orden de los nazis. No había escape a esta medida. Unilever les brindó a sus trabajadores una muy buena indemnización, pero no pudo evitar que un considerable número de empleados fuera deportado a los campos de concentración, comenta Wubs.
¿Cómo se las apañó Unilever para mantener relaciones amistosas con los nazis? Según Wubs, la empresa se desempeñó de manera perfecta en su papel de factor imprescindible. Unilever cubría el 60% de la industria alemana del sebo. Éste era de importancia vital para la alimentación de la población, y por ende de los soldados combatientes. De esta manera, la empresa sí colaboraba indirectamente con la máquina bélica alemana.
Combatir prejuicios
Según Wubs, Unilever operaba en base a consideraciones puramente empresariales, y no tanto por convicciones morales. El historiador quiere acabar con el prejuicio de que las multinacionales casi por definición carecen de todo escrúpulo y se alían con regímenes dudosos. A Wubs le parece más relevante que se responsabilice a los individuos en la cúpula de la empresa, que juzgar a ésta como una totalidad.
Una apreciación de las prácticas empresariales actuales llena a Wubs de escepticismo. Es casi imposible controlar por medio de medidas nacionales la actuación de las multinacionales en áreas de conflicto. Esto se debe en parte a que las multinacionales son organismos muy complejos, algo que también los nazis tuvieron que enfrentar.
Fuente:Johan Huizinga