El Papa vive en el siglo XXI
El Papa vive en el siglo XXI, se preguntó una ONG camerunés después de que Benedicto XVI afirmara que los preservativos no son la solución para luchar contra el SIDA. Lo dijo el martes, a punto de abordar el avión que lo llevó al continente africano, donde 22 millones de personas padecen la enfermedad.
Su breve discurso no hizo más que reforzar la idea de que la abstinencia sexual es el mejor método para ponerse a salvo del SIDA. “No se puede solucionar”, dijo a los periodistas, “con la distribución de preservativos”. En cambio, abogó por “una humanización de la sexualidad, una renovación espiritual, que comporta una nueva forma de conducta de unos con otros”.
Excelente discurso, si al menos tuviera como destinatario a los miles de curas que han cometido abusos sexuales. El problema del exabrupto medieval del Papa no es tanto lo que dice, como a quién va dirigido. Alain Fogue, del Movimiento Camerunés por el Acceso a los Tratamientos (MOCPAT), se espanta: “Decir que el preservativo agrava el problema del SIDA va en contra de todos los esfuerzos de los últimos años del gobierno camerunés y de los actores implicados en la lucha contra el SIDA en el país”.
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Un emperador cristiano
En los países al sur del Sahara viven las poblaciones más castigadas por este flagelo, con cerca de dos tercios de infectados por el VIH. Camerún, primera parada del viaje del Pontífice al continente africano, no está a salvo. “Las personas no van a hacer lo que dijo el Papa”, dice Fogue, porque “él vive en el cielo y nosotros en la Tierra”.
El segundo problema de este Papa alemán, de casi 82 años de edad, es su porfiada inclinación a someterse al ridículo, una “cualidad” que pone en juego la fidelidad de su comunidad de creyentes. Basta recordar como se granjeó la ira del mundo musulmán con su cita de un emperador cristiano del siglo XIV, quien dijo que el profeta Mahoma había traído violencia al mundo.
Después de deshacerse en disculpas le llegó el turno al caso Williamson, el cura británico integrista que niega el Holocausto, a quién Benedicto XVI le levantó la excomunión, junto a otros obispos seguidores del cismático obispo Lefebre.
Nos cogió por sorpresa
“Problemas de comunicación”, argumentó el Vaticano cuando dio marcha atrás, con la cola entre las patas. “Nos cogió por sorpresa”, se exculpó un obispo español… El SIDA, en cambio, no pasa desapercibido a nadie. Este mal que aqueja a los países pobres más que a los países ricos tiene un aliado, la ignorancia, el mejor caldo de cultivo para que prendan las creencias irracionales.
¿No será que este Papa, temiendo que sus corderos se espanten por sus palabras, busca nuevos adeptos entre los más desamparados? No sería nada si al menos contribuyera a salvarlos en vida y se preocupara menos de sus almas.
Fuente:Alejandro Pintamalli