El despertar de Asia

by John Nederveen  - marzo 22, 2024

A medida que la recesión económica disminuyó en Occidente, Asia oriental experimentó un aumento en su economía, mientras que China se abrió al comercio con Occidente. Millones de personas estaban en peligro debido a la deuda en los países más desfavorecidos.

La Recesión Económica

La recesión económica que había comenzado a sufrir Occidente a principios de los años 70 se agudizó. Tras la crisis del petróleo de 1973, Oc­cidente tuvo que enfrentarse a índices crecien­tes de inflación y desempleo, a una caída en la demanda de productos manufacturados y a una mayor competencia de parte de los países de Asia oriental.

Al final de la década, la confianza de Occidente en su economía estaba bastante mermada. Frente a esta crisis financiera, el pre­sidente norteamericano, Ronald Reagan, y la primera ministra británica, Margaret Thatcher, pusieron en práctica nuevas políticas monetarias que creían en la efectividad de los mecanis­mos del libre mercado.

Como resultado, millones de personas se encon­traron sin empleo y vieron reducidas las prestaciones sociales.

Impacto Económico: Comunismo, Deuda y Desigualdad Global

Las economías de corte comunista no se vieron tan afectadas por la recesión, aunque a medida que se extendía el mercado negro de produc­tos occidentales, y que la población era cada vez más consciente del gra­do de riqueza de las economías de libre mercado, aumentaba la presión para que el régimen hiciera cambios.

Los gobiernos comunistas ya no podían seguir sosteniendo que la austeridad era necesaria para ponerse a la par de Occidente, ya que sus economías todavía luchaban para produ­cir productos básicos de consumo y para crear la infraestructura que per­mitía abastecer de alimentos a todo el país.

A finales de la década de los 70, el Tercer Mundo (el "Sur") comen­zó a sufrir una crisis que iba a afectar a millones de sus habitantes. A las naciones pobres les resultaba imposible pagar los créditos a los bancos del Norte industrializado.

Espiral descendente

Espiral descendente

Un campo de tierra seca rodea a este labrador de Burkina Faso (África occidental), donde más del 90 por ciento de la población dependía de la agricultura para subsistir. Muchos países de África sufrieron pérdidas de tierra fértil debido al cultivo excesivo,
la deforestación y el abuso de los pastos.



En 1980, el Informe Brandt reveló el demole­dor efecto que tenía la deuda externa sobre los habitantes de los países en vías de desarrollo. Cuando a principios de los 80 quedó claro que Mé­xico no podía amortizar los créditos pedidos, el mundo tuvo que recono­cer la existencia de una crisis deudora.

A medida que las multinacionales ricas se expansionaban -empleando mano de obra barata del Tercer Mundo a cambio de unas pésimas prestaciones- arraigó la opinión de que, en la relación Norte-Sur, los países ricos tenían interés en que el Ter­cer Mundo continuara sumido en el subdesarrollo.

Las cifras de la crisis 

A finales de los 70, Europa occidental y Estados Unidos se enfrentaron a una recesión económica. En 1973 las subidas de los precios de las materias primas y del pe­tróleo -que se cuadruplicó- repercutieron gravemente en las principales economías occidentales y marcaron el fin de la prosperidad alcanzada en los años 60.

 
En Europa y Estados Unidos, los tipos de interés se elevaron de forma considerable. Entre 1974 y 1980, en el Reino Unido, Francia y Estados Unidos, los índices anuales de inflación fluctuaron:

  • 1975, en el Reino Unido llegó al 24 por ciento;
  • 1974, en Francia era del 15 por ciento;
  • 1980, Estados Unidos alcanzó un 12 por ciento. 

La inflación, sumada al descenso de la de­manda de productos manufacturados y al desempleo creciente, hizo temer una vuelta de la depresión econó­mica de los años 30. Se acuñó el término "estanflación" para describir la combinación de inflación alta, estanca­miento de la producción industrial en el mercado y altos índices de paro.

 
Muchas. industrias de fama internacional se encon­traron en crisis. En Europa, tanto el gobierno británico como el francés se vieron obligados a subvencionar las industrias. La producción automovilística se vio seria­mente afectada por la crisis y, tanto la empresa británica British Leyland, como la francesa Citroen, recibieron sus­tanciosas ayudas gubernamentales.

A su vez, la empresa alemana Volkswagen, la mayor productora de automóvi­les de toda Europa, se vio obligada a despedir a gran parte de sus trabajadores.

En Estados Unidos ocurrió algo similar

En 1975, en Detroit -sede de la General Motors-, uno de cada cuatro trabajadores había perdido su em­pleo; en 1980, el Gobierno central tuvo que conceder un préstamo de 1.500 millones de dólares a la Chrysler Corporación debido a las pérdidas financieras sufridas por la compañía.

Mientras tanto, las compañías automovilísticas japonesas se concentraron en la producción de modelos más pequeños, de conducción más fiable y mayor rendi­miento. Poco a poco, Japón empezaba a convertirse en el principal fabricante mundial de automóviles.

La industria del acero en Europa y Estados Unidos fue otro sector que a mediados de los 70 resultó seriamente afectado por la crisis

El motivo fue un exceso en la oferta de acero y la subsiguiente caída de la de­manda. Japón y Alemania occidental tras Estados Uni­dos, el segundo y tercer productor mundial respectiva­mente redujeron en más de una tercera parte su producción de acero, mientras que Bélgica redujo la su­ya en más de la mitad.

Para intentar que la industria fue­ra más rentable, se cerraron algunas fábricas mientras que en otras se aplicaron reajustes de plantilla. Como resultado, millones de personas perdieron sus empleos. Se divulgó una nueva palabra, "racionalización", para describir los recortes de personal y los despidos de tra­bajadores.

Comunismo, Deuda Y Desigualdad Global

 
En 1975, el Reino Unido se enfrentaba al índice de inflación más alto de Europa; se aprobó un "contrato social" que limitaba las demandas salariales de los sindi­catos de trabajadores. La crisis económica era tan grave que en 1976 el Reino Unido se vio obligado a pedir un préstamo de 3.900 millones de dólares al Fondo Mone­tario Internacional (FMI).

El descontento del sector in­dustrial no se hizo esperar. En los últimos años de la década de los 70 se produjeron frecuentes huelgas que culminaron en el invierno de 1978 a 1979, cuando tra­bajadores de los servicios públicos recolectores de ba­sura y residuos urbanos, empleados de cementerios, de la red de aguas, personal hospitalario iniciaron una huelga.

La agresividad de algunos de los huelguistas provocó un gran rechazo, incluso entre los mismos tra­bajadores, e hizo que la opinión pública retirara su sim­patía a los sindicatos.
Para agravar aun más la crisis económica, las ma­las condiciones climatológicas provocaron mucha penu­ria.

Durante la primavera y el verano de 1976, el norte de Europa sufrió la peor sequía recordada hasta enton­ces. Miles de agricultores vieron secarse sus campos y supieron que les esperaba la ruina. Los incendios arra­saron los bosques y las zonas de monte bajo. En las áreas más afectadas tuvo que imponerse el raciona­miento del agua.

Un alza del 70 por ciento en el precio del petró­leo en 1979, amenazó con ahogar aun más las econo­mías occidentales. Pero los altos precios, sumados a la recesión, produjeron una superabundancia de petróleo que condujo a una bajada en picado del precio en 1983. Los hallazgos de crudo en el mar del Norte iban a beneficiar principalmente al Reino Unido y a Noruega. 

En la segunda mitad de la década de los 70, los británicos ya contaban con su propio petróleo. Pero a pesar Je que esa circunstancia contribuyó a mejorar la econo­mía del Reino Unido, no alivió el problema del paro.


A principios de los años 80, se calculaba que en Gran Bretaña, Francia, Italia, Estados Unidos y Alemania ,occidental, más del 10 por ciento de los trabajadores estaba en paro. Sólo Japón y Suecia habían podido man­tener su índice de desempleo por debajo del 4 por ciento. Algunos economistas creían que Occidente había alcanzado el límite de su capacidad industrial y mu­chos sospechaban que los altos índices de desempleo ya no descenderían nunca.

Cambios sociales

La recesión económica provocó cambios profundos en la actitud de los dirigentes políticos y de los trabajado­res. Con el aumento del desempleo, disminuyó el poder de los sindicatos. Asimismo, se incrementó el número de personas que se veían obligadas a aceptar contratos temporales y con muy pocos derechos.

Cambios Sociales


Los empresarios deseaban una plantilla flexible, que pudiera reducirse o ampliarse dependiendo de la demanda de los productos fabricados. Además, en la mayor parte de las econo­mías occidentales, disminuyó el número de hombres que trabajaban a jornada completa y aumentó el de mu­jeres que lo hacían a tiempo parcial.

Las solicitudes de prestaciones sociales se dispa­raron:

En Estados Unidos, entre 1979 y 1985, tales solici­tudes subieron en un 76 por ciento; en Bélgica, Irlanda, Italia y España el número de desempleados de larga du­ración más de seis meses aumentó.

La penuria financiera provocó el desplazamiento social, ya que muchas personas buscaron trabajo en el extranjero o lejos de sus hogares. En Londres, como en otras capitales, aumentó el número de personas que dormía en las calles.

A menudo se trataba de jóvenes procedentes de regiones deprimidas del norte del país, que habían ido al sur en busca de un empleo. Cientos de británicos abandonaban sus hogares durante semanas para ir a trabajar en condiciones difíciles y peligrosas en los yacimientos petrolíferos del mar del Norte.

fuga de cerebros

Por otra parte, a los profesionales europeos les atraían cada vez más los altos salarios que se ofrecían en Estados Unidos. La marcha de científicos, ingenieros y pro­fesores universitarios europeos llegó a ser preocupante; fue lo que se conoció como "fuga de cerebros".

En este período de crisis también se dio un gran incremento del "dinero negro" capital! no decla­rado a Hacienda procedente de la evasión de impues­tos y la especulación. En los años 80, del capital exis­tente en Estados Unidos, el 10 por ciento era dinero negro; en el Reino Unido el cómputo era del 7,5 por ciento e Italia poseía la mayor cifra, entre un 15 y un 40 por ciento.

Conclusión

Como reacción a la creciente recesión

la Comu­nidad Europea intentó conseguir una mayor coopera­ción monetaria. El Sistema Monetario Europeo (SME) comenzó a aplicarse en 1979. Logró estabilizar de forma temporal las economías de sus miembros, pero contri­buyó poco a aliviar los principales problemas existentes.

Los años 80 Ídolos de la Comunicación

John Nederveen

Quiero Algo Diferente un Blog de John Nederveen: El autor, John Nederveen, ha creado este blog en 2007 para compartir su pasión por la música, las culturas, el mundo, la sociedad y el arte.

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